Por Ramón Fernández Palmeral
Miguel Hernández y Manuel Molina: Una amistad
confirmada.
Se pensaba por algunos
hernandianos que Manuel Molina aprovechó la amistad con Miguel Hernández para resurgir
a su sombra como poeta, escribiendo el controvertido libro Miguel Hernández y sus amigos de Orihuela, El Guadalhorce, Málaga
1969. Sin embargo, todo lo que dijo en ese libro era cierto, lo que sucedió es
que le surgió un enemigo antiguo vecino como Ramón Pérez Álvarez, secretario de
la revista Silbo, que tiró por tierra
a Molina y a los hermanos Fenoll, sin saber por qué razón, tal vez por
protagonismo. Además haber sido omitido su nombre en algunas cartas que no están en la Obras de Completa del autor de El
rayo que no cesa. Este centenario es la oportunidad de resarcirles de los agravios sufridos.
La
amistad del quinceañero Molina con los Fenoll, ramón Sijé y Miguel Molina venía
desde las reuniones de la Tahona, porque Molina había nacido el 17 de octubre
de 1917 en la calle Barrio Nuevo, contigua a la calle de Arriba, donde estuvo
la tahona de los Fenoll, y en la misma valle vivía el joven Miguel Hernández. Ramón
Sijé acudía a la tahona por dos razones, primer para visita a su novia que era
la bella Josefina Fenoll, hermana de Carlos y de Efrén, y segundo porque en el
alcabor del tahona (chimenea del horno) le preguntan Ramón Sijé, estudiante de
Derecho, tanto Carlos como Miguel consejos literarios, y es muy posible que
Molina acudiera de oyente, puesto que, esta asistencia la confirmó Carlos
Fenoll en la carta en la que le decía que Molina era el Benjamín de la tertulia
de la tahona. La referencia a la tertulia de la tahona lo había contado Molina
en la revista Verbo, en 1946.
El 2 de octubre de 1932, estuvo presente en
la inauguración del busto a Gabriel Miró en Orihuela, el parque que hoy lleva
su nombre, como simple asistente, sin participar oficialmente en ningún acto,
ni en la revista monográfica “El clamor de la verdad”. Asistió con Carlos Fenoll,
que a pesar de que se había iniciado como poeta, tampoco participó en dicha
revista, ni en el Gallo Crisis, de
Sijé.
Cecilio
Alonso escribe en su artículo “Miguel Hernández y Manuel Molina. Una amistad en
dos tiempos” (Auca, 21, 2011, pág. 42), la convivencia con Miguel Hernández
cuando éste componía su auto sacramental Quien
te ha visto y quien te ve y sombra de la
que eras:
“Pero, a mediados de 1934, se produjo una convivencia
imprevista que dejó huella en la sensibilidad del más joven [Molina]. Miguel,
para completar las últimas escenas de su auto sacramental, quiso retirarse
al Campo de Matanzas para componer sus
versos en plena naturaleza. Manolo supo que lo iba a acompañar su amigo Antonio
Gilabert, primo hermano del poeta, y consiguió que sus padre le permitieran ir
con ellos…”
En una carta de Miguel Hernández a Carlos Fenoll de fecha finales de
enero de 1936 (pág, 2367 de CC.), le
escribe Miguel: “No escribo a mi primo [Antonio Gisbert], no escribo a Molina
[Manuel], no escribo a no sé cuántos amigos. Me es imposible por completo
repartirme más.”
A finales de 1936 Molina se incorpora voluntario al 4º Batallón de Carabineros
con destino en Madrid por el tiempo en que murió el periodista cubano Pablo de
la Torriente Brau (19 de noviembre de1 1936), se encontró con Carlos Fenoll y
Jesús Poveda, estaba como milicianos, en la Alianza de Intelectuales Antifascistas,
y también fueron los tres amigos y paisanos en la casa de Vicente Aleixandre,
de calle Españoleto, 16, lo confirma una carta de Alixandre:
"Somos los mismos que aquellos días nos
vimos, días que valieron por años y sangre que valió por torrentes. ¿Te
acuerdas del vinillo que nos tomábamos en aquel día de Navidad? Tú con tus 18
años y los simpatiquísimos Fenoll y Poveda un poco mayores que tú, con sus
veintitantos. De toda aquella larga temporada es uno de los recuerdos más puros
que tengo. Luego Miguel vino muchas veces, mi gran Miguel que era como un
hermano chico para mí, y me habló de vosotros..." (1)
1) Carta
de Vicente Aleixandre a Molina de fecha 29-02-1952 (Archivo Maruja Varó).
Esta visita a la casa de Vicente
Aleixandre la contó Jesús Poveda en su
libro de México, Vida, pasión y muerte de
un poeta: Miguel Hernández, Edición Oasis
Pero se olvidó de nombrar a
Molina. Sí nombró a Carlos Fenoll.
A finales de agosto de 1937 Miguel
Hernández dio una charla o conferencia en el Ateneo de Alicante que estaba en
calle Villavieja, donde acudió Manuel Molina con Vicente Ramos a saludarlo, se confirma en el libro Miguel Hernández y Alicante, Colección
Ifach de 1976.
En 1938 se encontró Molina con Miguel en Valencia en la calle la Paz, y
se saludaron.
Escribió Molina que en la segunda quince de
septiembre Miguel una vez puesto en libertad de la prisión de Torrijos de Madrid
estuvo en la casa de Molina buscándolo, y como no lo encontró dejó recado a la
hermana de Molina de su visita, al día siguiente Molina fue a Cox con Carlos Fenoll
para advertirle que no fuera Orihuela. Yo tenía dudas de esta visita y así lo
hice constar en mi libro Carlos Fenoll, trayectoria
vital y poética de 2012, pero recientemente me he encontrado con el artículo
de Cecilio Alonso “Miguel Hernández y Manuel Molina, Una amistad en dos tiempos
(revista Auca, 21, 2011), que la hipotética visita de Molina a Cox, la confirma
Josefina Manresa:
“...En septiembre 1939 entró Miguel a la tienda [una de comestibles de Cox] con
Carlos Fenoll y Molina [Manuel venido de Alicante] a tomar un refresco, y le
llamó la atención el cuadro [un Corazón de Jesús] y al día siguiente me contó
mi prima [Carmen] muy enfadada, que le había preguntado Miguel: “A cómo da ese
tío los tomates” [refiriéndose al corazón de Jesús del cuadro]. (2)
2) Página
101 de Recuerdos de la viuda de Miguel
Hernández, 1980
Estando Miguel en la enfermería del
Reformatorio de Adultos de Alicante, Molina visitaba a Josefina Manresa y a
Elvira (hermana de Miguel) cuando vivía en la calle Pardo Jimeno nº 15 de Benalúa.
Miguel en dos carta a Josefina cita a Molina de fecha 2 de agosto de 1941, “Di
a Molina que busque una buena biología y manual de historia que no sea
elemental”, Y en la de 29 de agosto de 1941 “Recuerdos de Miguel para Molina”.
Ambas cartas no están en la Obras
Completas de Espasa Calpe de 1992.
Molina se enteró de la muerte de Miguel días
después de su fallecimiento a través de su novia Maruja Varó, que se lo había encontrado
la niña Rosa Moreno Hernández, la hija de Elvira, en la calle.
La amistad de Josefina Manresa y Molina se mantuvieron siempre en el tiempo, no sin cierta polémica
como lo de la compra del nicho en 1952, que ya se ha contado.
Anotadas estas reflexiones creo que ha
queda suficientemente demostrado que es cierto todo lo que escribió Molina en
sus escritos.
Ramón Fernández Palmeral
Alicante, jueves 23 de febrero de
2017
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