El
polémico prólogo al libro de Manuel Molina
En 1955, Manuel Molina le Rodríguez pidió un prólogo a Carlos para su libro de
poemas Versos en la calle, que
aparecería bajo nueva marca Editorial Silbo
o bajo el dinástico escudo Silbo,
éste accedió a regañadientes y se lo escribió más o menos a la medida de lo que
el solicitante deseaba oír, pues le
bautiza como “el Benjamín del
grupo Silbo”, nombramiento que no gustó a Pérez Álvarez como más adelante
veremos. Quien en el futuro se negó a nombrar a Molina, siempre usaba algún
apelativo, como “el oriundo” o “este caballero”. El prólogo es corto pero
sustantivo para una polémica literaria local, donde supuestamente Molina
involucró a Carlos en algunas afirmaciones no del todo ciertas. El primer borrador, después de enviárselo a
Molina no le gustaba, y un mes después le envió otro para según él “dormir
tranquilo”… “no me convencía sobre todo el final”. Al parecer el primero debió
de ser un poco más ligero; leemos el segundo publicado:
Texto completo del prólogo:
Al
publicar este libro bajo el signo de Ediciones Silbo —el único número aparecido
de esta publicación en Orihuela data de 1936— Manuel Molina obedece a un
nostálgico gesto de su espíritu que demuestra, sintetizada en esta palabra,
“Silbo”, toda la adolescente y mágica belleza de su mundo de ayer, el fulgor de
ese mundo mejor, ingenuo, maravilloso y encantado que todos dejamos detrás de los
veinte años como un insospechado tesoro, como un perenne manantial de recuerdos
y, también, como una lejana y dulce estrella de referencia y de contraste para
el amargor y el dolor de nuestras futuras experiencias de hombres.
Aquellas hojas de papel de «hacer cometas».
Silbo. Hojas de poesía. Dos números en diferentes tonos amarillos, más la
citada edición, satélite de la revista, fueron los últimos hogares líricos, de
fundación propia, de la ya casi desaparecida familia literaria y poética de
Orihuela, de la que Ramón Sijé fue el cabeza, Miguel Hernández el primogénito y Molina el Benjamín.
En el vivísimo corazón -doblemente vivo por
el fluir del entusiasmo y de la sangre- de nuestro hermano menor quedó
desconsolado el deseo de aportar su granito de poesía a aquellas de gran
revuelo, prestigiadas por magníficos poemas de Juan Ramón Jiménez, Vicente
Aleixandre, Pablo Neruda, Miguel Hernández y Carmen Conde.
Los primeros disparos de la guerra
—preparábamos el tercer número, correspondiente al mes de julio— hicieron
enmudecer al eufórico e impetuoso Silbo, dispersó a los silbadores y el
Benjamín ya no pudo transmitir su mensaje.
Pero al cabo de diecinueve años, manejando
en sus manos de nostalgia el ardiente material del antiguo deseo, el poeta-hombre
reconstruye su lírica casita de poeta-niño, le coloca su dinástico escudo,
SILBO, y cuando ya está lista observamos con dolor, que no es la misma, que el
tiempo ha dejado su huella inconfundible.
La vida no pasa en vano en el corazón del
poeta verdadero; pasa para dejar en él su dolor embellecido, ennoblecido,
espiritualizado: su rastro de eternidad.
Aquel niño entusiasta y siempre maravillado
era, en efecto, un poeta verdadero. No
se ha hecho poeta. Los que se hacen
no resisten la prueba de fuego del dolor de la vida, el acoso cerrado de las
penas: dejan de cantar y se refugian en
algo positivo.
Manuel Molina hombre, poeta sin remedio,
fogueado y acosado, canta. Por nada dejará de cantar. Quien le dio esa misión
no rectifica. El poeta esencial, como los astros en su girar sin fin, sólo
obedece.
La obra, ya se ha dicho, es un reflejo del
ser. Nunca tan verdad como en el caso de nuestro poeta. Su poesía es su propia
valentía moral, su sinceridad, su bondad y su ternura.
Poesía verdadera en suma, reveladora de su
inteligente conocimiento y concepción de la belleza.
Carlos
Fenoll. Fundador de Silbo
Cuando Ramón Pérez Álvarez leyó este
prólogo y el nombramiento de “Benjamín” del Grupo Silbo saltó en ira contenida,
años después, cuando decidió poner en orden sus recuerdos, escribe:
Hubo un malentendido entre ambos, motivado
por el prólogo que le puso a un libro del "Oriundo" Molina en el cual
hablaba de una posible colaboración de Molina en "Silbo" y diciendo
que éste, había pertenecido al grupo editor, siendo el
"benjamín". Me sentó muy mal.
Molina no había pertenecido al grupo ni esperábamos colaboración alguna de él
[de hecho no publicó nada en ninguno de los dos números, ni en el libro]. Jesús
[Poveda], en su libro, lo tilda de "batracio". Fue un cuentista, un
fabulador a su mayor gloria, montando una tertulia inexistente, que ha sido
desmontada, aparte de por mí, por Josefina [Fenoll] y Jesús en sendos trabajos
publicados en la revista de Albox [Almería], dirigida por José Antonio Sáez
Fernández, "Batarro". (La Lucerna, nº 41, diciembre, 1995).
Pérez Álvarez también escribió a Jesús
Poveda para que confirmara y desmintiera el viaje de Molina a Madrid con ellos
dos en la guerra y consiguiente visita a la casa de Vicente Aleixandre. Y
Poveda confirmó no había pertenecido al
Grupo Silbo.
Fenoll, el uno de agosto de 1961, escribe
una carta a su amigo Antonio García-Molina Martínez en la que se excusa por no
poder escribir un poema para la revista Oleza
que dirige el oriolano Joaquín Ezcurra Alonso, y a quien se lo había prometido.
“Yo no encuentro por ahora ese momento especial necesario. Nada hace chispear a
mi espíritu, nada lo imanta. Hay algo nocivo, esterilizador, en la atmósfera
moral del mundo para mi sensibilidad. Ya no es sólo el trabajo duro y el tener
que vestir y calzar a crédito lo que me impide reaccionar favorablemente ante
la belleza, es también una confusión ante la vida actual”. Nunca envió ese
esperado poema para Ezcurra; había
dejado de escribir definitivamente.
Entre marzo y abril de 1966 estará de
campaña en Lérida con los de Intendencia. A primeros de mes recibe un ejemplar
del libro Literatura Alicantina de
Vicente Ramos, de 1965, por el que le habían dado el premio Azorín. Le
felicita, le agradece el detalle y la dedicatoria. Su mujer le comentará: “¿Ves? Este
chico te ha hecho inmortal, y sin hacer tú nada”. Y Carlos una vez más
en su complejo y su humildad le escribe
“no he hecho literariamente nada que valga la pena”…
Según leemos en su correspondencia es cierto
que debió escribir alguna novela puesto que escribió a su amigo Molina que se
iba a presentar al Premio Nadal y al Premio Ciudad de Barcelona de novela. (Canto encadenado, IEA 1978, pág. 21). De
cuyos resultados no tenemos constancia. En otra carta comenta que su amigo
Miguel Hernández le dijo en una ocasión: "Carlos, tu mejor poesía está en
tu corazón; escribir es lo de menos". Un forma elegante de decirle que
dejara la poesía, por no escribir con los “cojones del alma”.
Páginas del libro "Carlos Fenoll, trayectoria vital y poética" Ayuntamiento de Orihuela, 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario