Manuel Molina

Manuel Molina
Retrato de Ramón Palmeral 2017

lunes, 6 de febrero de 2017

Manuel Molina, fue el benjamín de la tertulia de la Tahona de los Fenoll en Orihuela



El polémico prólogo al libro de Manuel Molina

     En 1955, Manuel Molina le Rodríguez  pidió un prólogo a Carlos para su libro de poemas Versos en la calle, que aparecería bajo nueva marca Editorial Silbo o bajo el dinástico escudo Silbo, éste accedió a regañadientes y se lo escribió más o menos a la medida de lo que el solicitante deseaba oír, pues le  bautiza como   “el Benjamín del grupo Silbo”, nombramiento que no gustó a Pérez Álvarez como más adelante veremos. Quien en el futuro se negó a nombrar a Molina, siempre usaba algún apelativo, como “el oriundo” o “este caballero”. El prólogo es corto pero sustantivo para una polémica literaria local, donde supuestamente Molina involucró a Carlos en algunas afirmaciones no del todo ciertas.   El primer borrador, después de enviárselo a Molina no le gustaba, y un mes después le envió otro para según él “dormir tranquilo”… “no me convencía sobre todo el final”. Al parecer el primero debió de ser un poco más ligero; leemos el segundo publicado:


                                       Texto completo del prólogo:

    Al publicar este libro bajo el signo de Ediciones Silbo —el único número aparecido de esta publicación en Orihuela data de 1936— Manuel Molina obedece a un nostálgico gesto de su espíritu que demuestra, sintetizada en esta palabra, “Silbo”, toda la adolescente y mágica belleza de su mundo de ayer, el fulgor de ese mundo mejor, ingenuo, maravilloso y encantado que todos dejamos detrás de los veinte años como un insospechado tesoro, como un perenne manantial de recuerdos y, también, como una lejana y dulce estrella de referencia y de contraste para el amargor y el dolor de nuestras futuras experiencias de hombres.
   Aquellas hojas de papel de «hacer cometas». Silbo. Hojas de poesía. Dos números en diferentes tonos amarillos, más la citada edición, satélite de la revista, fueron los últimos hogares líricos, de fundación propia, de la ya casi desaparecida familia literaria y poética de Orihuela, de la que Ramón Sijé fue el cabeza, Miguel Hernández  el primogénito y Molina el Benjamín.
   En el vivísimo corazón -doblemente vivo por el fluir del entusiasmo y de la sangre- de nuestro hermano menor quedó desconsolado el deseo de aportar su granito de poesía a aquellas de gran revuelo, prestigiadas por magníficos poemas de Juan Ramón Jiménez, Vicente Aleixandre, Pablo Neruda, Miguel Hernández y Carmen Conde.
   Los primeros disparos de la guerra —preparábamos el tercer número, correspondiente al mes de julio— hicieron enmudecer al eufórico e impetuoso Silbo, dispersó a los silbadores y el Benjamín ya no pudo transmitir su mensaje.
   Pero al cabo de diecinueve años, manejando en sus manos de nostalgia el ardiente material del antiguo deseo, el poeta-hombre reconstruye su lírica casita de poeta-niño, le coloca su dinástico escudo, SILBO, y cuando ya está lista observamos con dolor, que no es la misma, que el tiempo ha dejado su huella inconfundible.
    La vida no pasa en vano en el corazón del poeta verdadero; pasa para dejar en él su dolor embellecido, ennoblecido, espiritualizado: su rastro de eternidad.
    Aquel niño entusiasta y siempre maravillado era, en efecto, un poeta verdadero. No se ha hecho poeta. Los que se hacen no resisten la prueba de fuego del dolor de la vida, el acoso cerrado de las penas: dejan de cantar y se refugian en algo positivo.
    Manuel Molina hombre, poeta sin remedio, fogueado y acosado, canta. Por nada dejará de cantar. Quien le dio esa misión no rectifica. El poeta esencial, como los astros en su girar sin fin, sólo obedece.
     La obra, ya se ha dicho, es un reflejo del ser. Nunca tan verdad como en el caso de nuestro poeta. Su poesía es su propia valentía moral, su sinceridad, su bondad y su ternura.
    Poesía verdadera en suma, reveladora de su inteligente conocimiento y concepción de la belleza.
    Carlos Fenoll. Fundador de Silbo

    Cuando Ramón Pérez Álvarez leyó este prólogo y el nombramiento de “Benjamín” del Grupo Silbo saltó en ira contenida, años después, cuando decidió poner en orden sus recuerdos, escribe:
   Hubo un malentendido entre ambos, motivado por el prólogo que le puso a un libro del "Oriundo" Molina en el cual hablaba de una posible colaboración de Molina en "Silbo" y diciendo que éste, había pertenecido al grupo editor, siendo el "benjamín".  Me sentó muy mal. Molina no había pertenecido al grupo ni esperábamos colaboración alguna de él [de hecho no publicó nada en ninguno de los dos números, ni en el libro]. Jesús [Poveda], en su libro, lo tilda de "batracio". Fue un cuentista, un fabulador a su mayor gloria, montando una tertulia inexistente, que ha sido desmontada, aparte de por mí, por Josefina [Fenoll] y Jesús en sendos trabajos publicados en la revista de Albox [Almería], dirigida por José Antonio Sáez Fernández, "Batarro".   (La Lucerna, nº 41, diciembre, 1995).

     Pérez Álvarez también escribió a Jesús Poveda para que confirmara y desmintiera el viaje de Molina a Madrid con ellos dos en la guerra y consiguiente visita a la casa de Vicente Aleixandre. Y Poveda confirmó no  había pertenecido al Grupo Silbo.

     Fenoll, el uno de agosto de 1961, escribe una carta a su amigo Antonio García-Molina Martínez en la que se excusa por no poder escribir un poema para la revista Oleza que dirige el oriolano Joaquín Ezcurra Alonso, y a quien se lo había prometido. “Yo no encuentro por ahora ese momento especial necesario. Nada hace chispear a mi espíritu, nada lo imanta. Hay algo nocivo, esterilizador, en la atmósfera moral del mundo para mi sensibilidad. Ya no es sólo el trabajo duro y el tener que vestir y calzar a crédito lo que me impide reaccionar favorablemente ante la belleza, es también una confusión ante la vida actual”. Nunca envió ese esperado poema para  Ezcurra; había dejado de escribir definitivamente.
    Entre marzo y abril de 1966 estará de campaña en Lérida con los de Intendencia. A primeros de mes recibe un ejemplar del libro Literatura Alicantina de Vicente Ramos, de 1965, por el que le habían dado el premio Azorín. Le felicita, le agradece el detalle y la dedicatoria. Su mujer le comentará:  “¿Ves? Este  chico te ha hecho inmortal, y sin hacer tú nada”. Y Carlos una vez más en su complejo y su humildad le escribe  “no he hecho literariamente nada que valga la pena”…
   Según leemos en su correspondencia es cierto que debió escribir alguna novela puesto que escribió a su amigo Molina que se iba a presentar al Premio Nadal y al Premio Ciudad de Barcelona de novela. (Canto encadenado, IEA 1978, pág. 21). De cuyos resultados no tenemos constancia. En otra carta comenta que su amigo Miguel Hernández le dijo en una ocasión: "Carlos, tu mejor poesía está en tu corazón; escribir es lo de menos". Un forma elegante de decirle que dejara la poesía, por no escribir con los “cojones del alma”.

Páginas del libro "Carlos Fenoll, trayectoria vital y poética" Ayuntamiento de Orihuela, 2012

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