ruge la selva
Ruge la selva nueva de la
vida
en huracán de lenguas imponentes
que a manotazos secos y
calientes
descorchan la raíz que
vive hundida.
Toda la tierra yace
estremecida
en aluvión de sombras inclementes
que desgarran los nidos y las
fuentes
y el
lirio y el color en su caída.
Todo se vence y raja en esta furia
que desgrana su lumbre a borbotones
y
dispara su dardo venenoso.
Es un aliento largo de lujuria,
un vendaval de rojos corazones
que no pueden vivir en el reposo.
Manuel Molina
"Hombres a la deriva" 1950
8
SABOR DE LA TIERRA
SaBOR de
eternidad, entraña viva
que perdura en el
tiempo, corazones
que levantan la tierra a borbotones
en un ansia caliente y
positiva.
Pura ilusión de fuego radioactiva
que hace vibrar delirios,
emociones
que levantan el alma a los
balcones,
cumbres de la fragancia pensativa.
Sabor del tiempo, del dolor, del luto,
cimiento del presente, del
futuro,
simiente de la savia, flor o fruto.
Maduro como el grano y tan maduro
como todo lo vivo y lo absoluto
en la piedra grabado de tan puro.
Manuel Molina
15
16
AMARGO
Para borrar la hiél que hay en mi pecho
todo el amor del mundo no es bastante,
no es bastante la fe, ni la constante
llamada de mi sangre es de provecho.
Se
necesita un surco bien derecho;
una semilla nueva y penetrante
para hundir en la huella del instante
el
corazón de un hombre recién hecho.
Corazón
de la tierra, pueblo nido
del hombre elemental, sin compostura
que
disfrace su ser para el olvido.
Sencilla
majestad, ¡oh, criatura
que siente universal todo el latido
de esta vida de muerte y hermosura!
Manuel Molina
15
SANTIAGO MORENO GRAU
JARDÍN de
plenitud, vergel cuajado
en
el hondo perfume de una vida,
caudal donde la voz vive y anida
un
tesoro de luz ensangrentado.
Crepita,
sobre el aire levantado,
un haz de corazón, un alma herida,
una fiebre de besos encendida
en su pasión de tronco derrotado.
Amor de entraña, cáliz de ternura
Donde el vértigo ahoga su delirio
De caricias, de gozo, de amargura;
Donde el éxtasis queda, donde canta
La fragua silenciosa del martirio
Que ha forjado de oro su garganta.
16
VIBRACION
A Juan José Esteve
El
viento es una luz desesperada
sobre un campo de nieve malherida,
es una sangre roja y esparcida
entre todas las hojas, deshojada.
El
viento es una llama enamorada,
un alma tan fugaz, tan encendida,
que hasta el silencio canta por su huida
como una liebre loca y disparada.
El
viento es un clamor, un vivo anhelo,
un
irse más allá de donde alienta
el corazón de un hombre apasionado.
En
las manos del viento voy de vuelo,
sus alas me acarician, y me avenía
la vibración que el aire me ha dejado.
SOLO un país remoto de esperanza me aguarda.
Aquí sólo la sombra, sólo la voz oscura,
sólo el palpar antiguo de los cuerpos
opacos,
sólo la sombra negra de las tierras baldías,
el
clamor angustioso de las noches sin eco.
Aquí sólo caminos sin fin, sin elementos,
sin orillas siquiera, sin presencia,
caminos que no tienen la huella de la
sangre
y
no saben del polvo que enturbia la cosecha.
Arañas y graneros, golondrinas, gusanos,
duermen la siesta escasa del hambre, del abismo,
del sonoro oleaje del dolor infecundo
donde todo se muere, se consume, se abrasa.
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