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MISERIA & COMPAÑÍA
A José Qutiérrez (Pepe Gutíerrez, es el ilustrador de Hombres a la deriva 1950)
Un diario de cuerpos
macilentos y turbios
se desliza en la sombra
de las calles sombrías;
desperdicios de hombres, demacrados, caídos
en el hueco sin fondo de su propia miseria.
Desterrados del llanto,
desterrados del grito,
impotentes al alma que se muere en su boca,
como dóciles perros se someten al látigo
que tes cruje la
sangre, que les cruza la vida.
Estos seres informes,
estos cuerpos opacos,
estos tristes remedos del hombre de otros días,
pasean las ciudades con las fauces abiertas
por el hambre cansino que palpita en sus
venas.
Van rodando entre
harapos, mentiras y excrementos,
husmean en residuos de
opulentos banquetes,
besan el polvo oscuro
de las suelas cretinas
que exprimieron su sangre dejándola en el hueso
Sonámbulos del tiempo,
no han pisado la tierra,
no saben de aires
libres, ni de campos remotos,
de árboles cargados de frutos verdaderos,
ni del grano cocido con
sudor de la frente.
Son barrios, son
esquinas, son lugares comunes,
son tabucos, tabernas donde el vino se sueña,
son maricas, a veces, por unos cuantos duros;
son rameras por hambre,
por dolor o por luto.
Salen de su cloaca
cuando amanece el día,
se queman de
aguardiente las telarañas sosas
que hacen sus gargantas, para matar el tiempo,
mientras viene o no
viene el mendrugo primero.
Mendigan,
cambian, venden barajas o gusanos,
hacen
bulto en las colas de cartillas mugrientas,
trafican con el puesto, laberintos y coces,
de una red de complejos y proyectos sociales.
Virtuosos
del vicio les socorren a veces,
les dan la hiél medrosa de unas pobres
monedas,
y publican su nombre en papeles tan sucios
que
parecen la marca de su propia miseria.
Así
se nombra ahora este ambiente que flota:
"Miseria
y Compañía", Sociedad en el ocaso,
sociedad de la sombra polvorienta y desnuda
donde todos caemos más o menos despacio.
Manuel Molina
"Hombres a la deriva", 1950
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