Biografía de Manuel Molina
Manuel
Molina [Rodríguez] nació en Orihuela en [28 de octubre] 1917, se trasladó a Alicante con su familia
en 1935 y aquí residió hasta su muerte en diciembre de 1990. En esta
ciudad desarrolló su obra literaria escribiendo sus libros, promoviendo
revistas y grupos poéticos, y desde esta ciudad fue tejiendo una trama
de relaciones literarias con destacadas figuras de las letras españolas y
con hispanistas de dos continentes, contribuyendo muy activamente a la
recuperación y el sostenimiento de la memoria de Miguel Hernández en los
años difíciles, cuando su obra permanecía ensombrecida y desdeñada,
antes de que la transición democrática facilitara su normalización y su
inserción indiscutible en el canon de nuestra literatura.
En 1936 acudió como voluntario a la
defensa de Madrid. Allí coincidió con Carlos Fenoll y Jesús Poveda. En
la sede de la Alianza de Intelectuales Antifascistas estuvieron con
Miguel Hernández y conocieron a Alberti, Mª Teresa León, Emilio Prados,
Antonio Aparicio, Vicente Sañas Viu, Lino Novás Calvo y otros. Después
visitaron a Vicente Aleixandre con quien pasaron la navidad de aquel
año. De regreso a Alicante participó en las actividades del Ateneo,
donde hizo amistad con José Juan Pérez, Antonio Blanca, Gastón Castelló,
Rafael Rodríguez Albert, Melchor Aracil, Leopoldo Urrutia, Vicente
Ramos, Rafael Azuar y otros. Comenzó a publicar entonces poemas en el
diario comunista Nuestra Bandera y a mediados de 1937 se
incorporó al cuerpo de carabineros en el que luchó el resto de la
guerra, pasando por el frente de Teruel y acabando en la Retrasadilla de
Liria. Tras la derrota, volvió a Alicante y a lo largo de los años 40
estuvo subordinado en precario a las contratas que su padre obtenía de
obras públicas provinciales, la más destacable en Jávea donde vivió
varios años, ya casado desde 1943 con Maruja Varó.
Molina en la posguerra interiorizó su
irreductible rechazo a la situación política, pero no optó por
combatirla directamente desde la lucha organizada en la clandestinidad
sino por la vía posibilista que, de acuerdo con su temperamento y
vocación, le llevó a ejercer su responsabilidad intelectual desde la
actividad poética y literaria como medio de resistir y de dignificar los
ideales suspendidos, añorando siempre las expectativas democráticas
truncadas por la guerra.
Participó junto a Francisco García
Sempere, Vicente Ramos y José Albi en las actividades literarias
promovidas en Alicante durante la posguerra por los grupos de Arte Joven, Intimidad Poética, Verbo, Ifach o Silbo.
En 1950 publicó su libro Hombres a la deriva, y durante un decenio dio a la imprenta tres nuevas entregas de significación universalista: Camino adelante, Versos en la calle y El Suceso, donde confluían corrientes líricas existenciales y sociales.
En 1952 se incorporó a la recién creada Biblioteca Gabriel Miró y un año después se reincorporaba al consejo de dirección de Verbo. En 1955 promovió la colección Silbo
a la que se acogieron jóvenes poetas y prosistas: Enrique Cerdán Tato,
Carlos Sahagún, Ernesto Contreras y José Mojica, entre otros, algunos de
ellos llamados a desarrollar un significativo papel en el proceso de la
recuperación democrática en Alicante, con su confluencia a mediados de
1960 en el pionero Club de Amigos de la Unesco del que Molina fue socio
fundador. En 1967 participó en el Homenaje de los universitarios
valencianos al autor de El rayo que no cesa. A partir de 1968, con la publicación de su libro Coral del Pueblo,
su lírica cobra un intimismo localista de acusado sabor popular, entre
apuntes satíricos y destellos nostálgicos de la tierra nativa. Un año
después Ángel Caffarena le editó Miguel Hernández y sus amigos de Orihuela, en cuyas prosas evocó su adolescencia deslumbrada por Carlos Fenoll, Miguel Hernández y Ramón Sijé. Redactor de la revista Idealidad, colaborador del semanario La Marina y del diario Primera Página, se incorpora a la Sección de Literatura del Instituto de Estudios Alicantinos.
El decenio de 1970 fue particularmente productivo en lo literario. Publicó las entregas poéticas Balada de la Vega Baja (1970) La Belleza y el Fuego (1972) y Versos de la vida (1977), una Antología de la poesía Alicantina
(1973) y nuevos libros de prosa dedicados a Miguel Hernández y a
Gabriel Miró. Comienza a desarrollar una fecunda labor de divulgación y
orientación literaria en diversos seminarios impartidos desde la
Biblioteca “Gabriel Miró” a estudiantes universitarios. Viaja por
Marruecos, Italia, Francia e Italia. En 1982 participó en la fundación
del nuevo Ateneo Científico y Literario de Alicante y publicó Protocolo jubilar coincidiendo con su retiro laboral. Su último libro fue Rezuma (Valencia, 1984). En sus últimos años fue colaborador de los diarios La verdad y Sur (Málaga) sin olvidar las poesías con que correspondía a las constantes peticiones de revistas de fiestas y llibrets fogueriles.
Falleció, tras rápida enfermedad, el 29 de diciembre de 1990.
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